miércoles, 16 de noviembre de 2022

CRÓNICAS DE CUARENTENA SIN CUARENTONAS 20





CINCO MIL PENDEJOS

Estuve dilucidando si seguir o no con estas crónicas. Pero vi la cantidad de lectores en las estadísticas de mi blog: superan los cinco mil por cada entrega ¿Algo tendrán estás crónicas? ¿Ofrecen bonus psicodélicos de pandemia? ¿Ofrecen grados académicos al paso? Pues no sé.  No sé si proponer alguna hipótesis o alguna huevada que explique esto. Quizás sean solo más de cinco mil pendejos y nada más. Supongo, creo, que el confinamiento hizo posible un crecimiento exponencial de lectores ociosos como también el aumento de la taza de contagios. También aumento del autoerotismo (lo que hacen los jeropas) en tiempos de pandemia. No sé.  Hasta cierto punto también me preocupa el aumento de mis lectores. ¿Qué es eso de tener lectores? Uno no escribe, al menos yo, pensando en los lectores. Sencillamente escribo porque me gusta, me relaja y también me jode mucho. Lo último, lo que me jode, está más cerca a lo que yo llamo una metodología de meditación persistente. En otra ocasión, si me acuerdo, explicaré eso de meditación persistente. ¿Lectores? No sé, lo dudo. Uno ya no encuentra esos lectores de la vieja escuela, es decir, lectores de pura sepa y por el puro placer de leer. Ahora uno se encuentra lectores de memes, esos que consumen todo minimalista, que comen apurado los párrafos, que tragan las frases y sufren de estreñimiento verbal, que son eyaculadores precoces y quieren todo bien papeadito. Son también acumuladores jorobados y seres muy parecidos a las computadoras: archivan información y eso es todo. Existe también los lectores de periódicos. No sé qué hay que tener en la cabeza para estar enterándose por los periódicos de las estupideces que dicen o hacen los políticos peruanos cada día o leer sobre la vida de los jugadores de la selección de futbol y esto y aquello y demás tonterías que escriben ahí. Sin embargo, la industria que se dedica a alimentar a esos lectores ha aumentado con el tiempo. No sé. Me cuesta tratar de encontrar una explicación. También ha pasado mucho tiempo desde que empecé a escribir nuevamente en mi trinchera-blog y muchas cosas han ocurrido. Creo que, al fin y al cabo, me llegan todos estos los lectores. Creo que seguiré con mi asunto de siempre. Es decir, solo hay que leer, comprender y olvidarse (y nunca olvidarse). Es suficiente. 

CITAS, RESTAURANTES Y BERRINCHES

Esta historia podría llamarse El amor en los tiempos del coronavirus. Pero aquí no hay alguien parecido a Florentino que come rosas, bebe perfumes o, si no me estoy confundiendo, también le viene la diarrea por causa del enamora-miento.  Tampoco existe una tal Fermina que se hace la que no quiere y al final resultó tremenda.  Bueno, algunos lectores, me entenderán el asunto.  Creo que eso de la cita romántica en un restaurante hermoso ha sido alimentado por las películas y novelas mexicanas. No voy a negar que he tenido muchas cenas, digamos, románticas y otras muy parecidas a una batalla campal.  Las citas románticas en algún restaurante han perdido, creo, todo su esplendor de otros tiempos. No sé, quizás esa manía de escuchar y descuartizar todas sus frases mientras la escucho ha disminuido, creo también, cierta costumbre de no escucharlas y solo contemplarlas sin escucharlas. Ahora que me he vuelto un escuchador silencioso, casi un monje, me ha traído problemas gratuitos. Extraño esos tiempos en que era naturalmente distraído. La acompañaba sin acompañar, la escuchaba sin escuchar, pero si la quería como debe ser: con sus gritos, sus gemidos nocturnos, sus sueños húmedos, sus fluidos vaginales, sus borracheras, su ropa interior, sus ojos grandes, su cabellera de gitana, sus caprichos gastronómicos y, claro, sus berrinches. Ahora ya no soy tan distraído, eso creo, aunque no me atrevo a manejar una motocicleta aún. Pero ya no me olvido las fechas importantes. Antes me olvidaba su cumpleaños, el aniversario y hasta su segundo nombre. Pero, ella siempre estaba presente. Y tengo pruebas: le invitaba chocolates orgánicos, le llevaba a contemplar la luna llena en la playa, le recordaba que las estrellas estarán ahí por mucho tiempo y nosotros ya no, le traía siempre el vino tinto que le gustaba los sábados, le mordía sus labios y le besaba su cuello porque sabía que eso le gustaba, le hacía reír con mis chistes, le tomaba de la mano en invierno, le traía frutas, hacíamos el amor después de las peleas y hasta le tenía en mis sueños más extraños. Ella tenía su manera de joder y yo también. Si ella no me dirigía la palabra me daba igual, pues era muy distraído y no me daba cuenta de que estaba enojada hasta mucho tiempo después. Pero sí me molestaba que se meta a arreglar mis libros o mis papeles, pues en ese desorden yo comprendía mi orden. Creo que éramos buenos compañeros y amantes. Compañeros y cómplices para ser más preciso. Teníamos pues una relación franca y clara con las cosas que detestamos y las que nos gusta, podíamos llegar a ciertos acuerdos de convivencia o pactos sagrados. Éramos buenos amantes: el sexo era pleno, necesario, relajante, loco y también responsable. Pero bueno, y esto no es una excusa, la distancia fue más. La relación devino en, poco a poco, en una era de glaciación y virtualidad. Ya no era el mismo infierno amado de antes. Además, las cuarentenas se volvieron parte de la nueva situación. Entonces devino también una crisis para ella: mi silencio. 


CRÓNICAS DE CUARENTENA SIN CUARENTONAS 19


HISTORIAS PENDEJAS

La historia puede ser considerada, en muchas ocasiones, como una fábula autocomplaciente. Un nido generador de orgullo y, también, de muchas estupideces. Los políticos usan muy bien lo que yo llamaría, la memoria de la historia patriótica-bélica: un montón de huevadas convenidas para apelar al orgullo de los robots biológicos y que éstos además apoyen, y participen, en las matanzas de los unos a los otros (como yo no los ame) en las llamadas guerras. Y toda la escena macabra ocurre al mismo tiempo que los políticos se cagan de risa mientras observan, desde una cómoda oficina o bunker, a muchas personas morir por... ¿la patria? Los sacerdotes, en cambio, tratan en lo posible de tener amnesia(selectiva) sobre muchos asuntos macabros del pasado de su organización (criminal) que, hay que decirlo, no les hace buena fama ni, mucho menos, les ayudaría a mantener el negocio más exitoso de toda la historia de la humanidad: la iglesia. Esto no lo escribo para divertirme. No, de ningún modo. Lo escribo para no olvidar jamás a los miles de niños indígenas de Canadá asesinados en las escuelas que estaban a cargo de la iglesia, escuelas que no eran otra cosa que campos de concentración. Pero hay muchos crímenes más. Los Tiempos de la Hoguera y de la santa inquisición criminal se deberían conocer en las escuelas también, así como se estudia la historia sobre las guerras mundiales más sus personajes bélicos y todos esos psicópatas europeos. Eso, sin embargo, no ocurre desde que en muchas de las instituciones educativas están invadido por las sotanas que, además, trabajan de la mano con los políticos. Es tiempo, devotos y devotas, de liberarse del colonialismo mental. Entonces, pertenecer a la iglesia, a esa organización lucrativa, y hay que decirlo a viva voz, es pertenecer a una organización criminal de larga historia y de mucha impunidad. La iglesia no tiene nada que ver con la religión o la espiritualidad, solo es el negocio de la retórica del miedo/culpa, una trasnacional financiera exitosa, un parasito social que vende humo al 100% de impurezas.  En fin, la historia puede verse como una construcción al servicio de intereses particulares y, por supuesto, para hacer grandes pendejadas. La historia es muchas veces solo un cuento a la medida de los intereses de un grupo de pendejos y también puede servir para la búsqueda, acaso consuelo, de cierta identidad soñada (queremos ser sangre extrajera). Creo, ahora más que nunca, que la historia, que también lo aprendí en la escuela, está llena de eurocentrismo, racismo, sexismos y, sobre todo, de mucha y mucha pendejada. Tuve, como muchos, que conocer algunos detalles de la I y II Guerra Mundial (bueno, en esos tiempos consideraban mundo a toda Europa), ojo, sólo algunos detalles, pues, decían, es para no cometer los mismos errores del pasado, así decían, pero los comerciantes del complejo bélico mundial de ninguna manera opinan igual. No creo que en las escuelas europeas se enseñe, con cierto detalle, de los muchos holocaustos que causaron los saqueadores/asesinos europeos a los pueblos originarios del continente americano. Pero tuve que conocer sus guerras y bombas del avanzado mundo oxidental. Bueno, ya saben, los que escriben la historia siempre son los pendejos. Tuve, pues, que conocer la historia de sus guerras, de sus holocaustos, de sus bombas atómicas y todos sus personajes bélicos y, por si no fuera suficiente, dar un examen sobre eso.  Qué jodido.


EL QUE TERRUAQUEA AL TERRUQUEADOR
BUEN TERRUQUEADOR SERÁ



Hace mucho, creo que desde los años noventa, no canto el himno nacional. Quizás ya me estarán terruqueado (que se ha vuelto de moda) o acusando de que soy de patria roja (aunque soy de patria verde: no es por el cannabis sativa o índica, es porque nací en la Amazonia). Aunque, en estos tiempos, también tiempos pendejos, creo que los que más cantan ese himno, empezando por los así llamados padres de la patria, son los más traidores (incluso a su propio honor, si es que esa palabra se puede usar en ellos...) y no tienen más bandera que llenar sus bolsillos ¿La voz del pueblo es la voz de dios? Dios, señores, no puede estar metido en esas huevadas y politiquerías. Sigamos. No sé, tengo un oído atento y escucho la letra del himno y de inmediato se me entra, creo, un espíritu crítico y nada santo, y no tiene que ver con el tunchi, tampoco con un estado alterado de conciencia o un estado no ordinario, pero ocurre que empiezo a desmenuzar el himno y no sé qué me da y es, entonces, que me entra esa manía de desmenuzar todas las partes. Pues, creo, que debemos escuchar la letra del himno con sumo cuidado y que no sea como escuchar, sin escuchar, las mal llamadas canciones de bab bunny(los nombres de cosas se escriben con minúscula).  Ahora no quiero llevar a la morgue crítica el asunto, pero con el dios de Jacob, y ese Jacob mismo, ya hay mucho que desmembrar, mucho en realidad. Bueno, las mercancías religiosas también son de exportación. 

                                                   Parque de la Lupuna, Pucallpa, Perú


TARAPOTUS SIN LUPUNA MÁGICA


En mi visita a Tarapoto, ciudad fundada por un español que, al parecer, fue sacerdote (eso quieren creer los ciudadanos y lo creen...a pesar de que ya no tanto creen...pues, quizás, algo les dice en su interior, en el lado oscuro de su corazón, que deben ser más honestos o auténticos...pero bueno...la historia otra vez...) me encontré con que la plaza estaba cerrada: se empezó con la construcción de una nueva plaza. Bueno, a lo largo y ancho de Perú, en la sierra, costa y selva, la construcción o remodelación de plazas nuevas ya forma parte del folclore nacional como la falta de definiciones precisas y discursos ambiguos del presidente de la república. Los ingenieros, arquitectos y los chicos de presupuesto están felices con el nuevo proyecto que, dizque, tiene que reflejar cierta tradición, algo de ecología, también una dosis de modernismo y la identidad. Esa palabrita, moderno, es usado junto a desarrollo y progreso, como un aderezo de la retórica de los políticos, las palabritas son soltadas de la boca así por así. En realidad, casi nadie con un orgullo de ciudadano de pura sepa, puede oponerse a un símbolo de identidad, eso hay que creer. Bueno, después de cuarenta años, la plaza de Tarapoto entrará a una modernización y otros cambios profundos que harán felices a los ciudadanos, pero más felices a los chicos de presupuesto, ingenieros y arquitectos. Las autoridades municipales dicen que merecen una plaza de acuerdo a su desarrollo, dicen que será un lugar mágico (aunque ya derribaron algunos árboles) y recogerá elementos de la identidad, y tampoco perderá, dicen, las funciones básicas de una plaza cívica y dicen también que habrá iconografías de Chazuta y de las palmeras de Tarapoto (dicen que con ese nombre lo fundó un cura español en algún lugar de las crónicas de Narnia), dicen además que en el centro de la plaza habrá una alusión metalica a una palmera (tarapotus) invertida con catorce salidas de agua. El objeto metálico, en mi opinión, que estará en el centro es algo parecido a un hiperboloide hiperbólico que, claro, se le puede llamar palmera invertida para encajar en lo artístico pero jamás, quizás, en lo chabacano. Lo que estará en el centro de la plaza, quizás, puede estar como monumento geométrico frente a la fachada de algún instituto de investigación matemática. Dicen, además, que la pileta y las fuentes de agua representaran los recursos hídricos, eso será siempre y cuando Perupetro no intente, por enésima vez, y también promovido muchas veces por las propias autoridades locales,  penetrar o violar  la Cordillera Escalera en nombre de eso que llaman, dizque, desarrollo. Se espera que las autoridades no se hagan de la vista gorda con la problemática de la deforestación: eso perjudica los recursos hídricos. Incluso llamarlo así, recursos hídricos, encierra una trampa. Entonces no se olviden nunca, señores y señoras, de donde viene el agua que llega a los hogares de Tarapoto. Y, sobre la Laguna Azul, o la Laguna del Sauce, que en realidad lleva el nombre gracias a un árbol llamado sauce que abundaba en el lugar. No se olviden, señores y señoras, está pregunta: ¿a dónde va el desagüe de los hoteles y del pueblo de Sauce? No termina en ninguna laguna de oxidación, no. ¿A dónde se irá la caca de nivel internacional, nacional y local? Bueno, escasos lectores, me despido: chao. No lo tomen muy personal.