sábado, 16 de mayo de 2020

CRÓNICAS DE CUARENTENA SIN CUARENTONAS 10






LOS PATRIOTAS 
EN TIEMPOS DE PANDEMIA
(una introducción sucinta a la nutrición)

No para cualquiera pero sí para todos



Muchas veces escuché, sin escuchar, esa vaina llamada sentimiento patriótico. El sentimiento y el patriotismo, honestamente, y en mi opinión, son antagónicos. Más aún, creo que toda esa vaina es el producto de una programación mental de años dentro de los sistemas educativos de cada sociedad. También creo que esa combinación es una patología. He escuchado toda esa vaina del sentimiento patriótico de los profesores, catedráticos, los vecinos, los futbolistas, las ex-enamoradas, las casi novias y los patriotas de pura sepa, es decir, de los que ya han sido infectados al 100% y su ritmo cardíaco puede variar cuando escuchan una canción criolla (llena de patriotismo) o cuando miran por la televisión los tanques del ejercito en un desfile militar por fiestas patrias. Yo no sé. He soportado sus actividades patrióticas y toda las estupideces que gira alrededor de eso por muchos años. Se ha  perdido miles de horas escuchando clases de patriotismo (educación cívica) o en los ensayos para marcha por fiestas patrias y también en clases de historia, que no es otra cosa que historia bélica. Un curso de nutrición y buena alimentación hubiera sido, infinitamente, más útil para los niños. También cursos de programación de computadoras o cocina.  Quizás se puede pensar que he sido tolerante. Pero no. Solo era un observador silencioso durante años de esos fenómenos patrióticos. Quizás un antropólogo aficionado haciendo un estudio sobre las costumbres patrióticas. O, digamos, quizás solo un observador de los conejillos patrióticos ante una situación que, quizás, pueda verse desde la óptica de la psicología social. Por lo general un patriota tiene una cultura parcial de la historia bélica peruana (guerras perdidas y sus enemigos del pasado), se siente orgulloso de Machu Pichu (pero no de los puentes construidos por ingenieros peruanos que se desploman o se caen) o de su selección de fútbol (tiene su camiseta bicolor) y de las palabras del capitán de la selección, sabe de sus héroes de la patria,  se enorgullece (mecánicamente) de las riquezas de la amazonia peruana (la están jodiendo) y de sus venas que guarda el petroleo del mañana, tiene cierto orgullo tribal ante su territorio patrio y, en esta última década, saca pecho por su gastronomía que ha conquistado estómagos internacionales(pero se olvidan de la desnutrición infantil). Yo no sé. Nunca logre entenderlos. Nunca en realidad. Creo que esa cosa llamada educación no les hizo el favor. La escuela no educa. Eso nos hicieron creer. En mi opinión creo que mejor enseña la rebeldía y los buenos libros. Nunca entendí eso de rendir juramento ante la bandera (no es suficiente dar la palabra como un buen samurái) o tener cierta devoción a esos trapos (banderas) que tranquilamente pueden servir para pañales o calzones. Qué es eso de respetar trapos. Un poquito más de dignidad hacia los millones de años de la evolución humana, ¿no? Quizás algún lector común y corriente, como esos que leen los periódicos,  ya me estará terruqueando. ¿El que terruquea al terruqueador buen terruqueador será? No sean pendejos pues. Exijo espíritus libres. Bueno, demos un poco de chance, dizque, a ese patriotismo.  Creo que en este contexto de pandemia un supuesto patriota debe mantenerse bien de salud, seria lo más consecuente e inteligente. No sé. Quizás en los próximos días se va a pedir, parece, el aislamiento inteligente a mucha gente (que eligió el anterior congreso y el congreso actual) por esto de la pandemia. Libremos del mal.  Pero un patriota, en este contexto de virus, que se alimenta de gaseosas y comida chatarra, creo que debería considerarse como un terrorista suicida. Pero dale con esas gaseosas. Pero es verdad. El consumo de gaseosas y comida chatarras es elevado en el país. No es casualidad que el negocio de las farmacias sea rentable. Esas gaseosas están en todas partes y en casi todos los estómagos. Pero es extraño este mundo civilizado. Se desconoce aún lo qué en realidad es y causa el covid-19 a largo plazo. Tenemos mucho miedo al virus. Ese virus nos recuerda a la muerte en su estado más ilustrado y natural. Se sabe, científicamente, que las gaseosas, el exceso de azúcar, la mala alimentación y otros factores causan cáncer. Pero aún así parece no importarnos. Se ha normalizado la mala alimentación. Incluso se ha normalizado ese mala costumbre por los mismos padres de familia y también, desgraciadamente, en las escuelas. Educación lo llaman. El estudio de la biología parece no servir de nada. ¿Qué culpa tienen los pobres niños? El problema siempre han sido los niños adultos. Esos cojudos están jodiendo a las nuevas y futuras generaciones. Los joden con su religión, su política y su mala alimentación. Los joden depositando todas sus frustraciones en esos pobres niños. Proyectan sus expectativas y sueños no cumplidos en ellos. Solo pocos niños se rebelan y rompen el ciclo. Son pocos, pero son.  




¿El ser humano es un ser racional? Alguien se apresuró en calificarlo así. Yo no sé. En el país de la papa no podemos estar mal alimentados y ser clientes recurrentes de las farmacias(de inversión chilena en cada esquina). Algo no cuadra, queridos patriotas.  Un mal patriota compraría sus frutas y verduras(quizás transgénicas) en los grandes supermercados y no de los pequeños agricultores. Por suerte, todavía, las frutas y verduras de origen nacional se mantienen orgánicas de algún modo. Es cierto también que la producción nacional está siendo amenazada por las grandes corporaciones. ¿Pero qué es eso de exportar papa transgénica al país de la papa? Algo no cuadra, patriotas. ¿Pero qué es eso de ir a comer comida chatarra en franquicias y comer alimentos huevada casi en todas las escuelas? Muchas veces he sugerido, al profesor de comunicación o al de ciencias, o a la directora, que incluyan en su plan lector o en su lectura obligada los libros del doctor Sacha Barrio( no confundir con Sacha Grey sino tendremos problemas con los expertos doctores de la teoría de género). Señores patriotas, pero hasta en la selección de los libros de texto y del plan lector hay mucha corrupción y millones de soles en juego. La pendejadita es en realidad la marca nacional.  Aún así los patriotas nos sentimos, dizque, indignados por la corrupción de los funcionarios públicos y los ex presidentes. Sigamos y mejor recomendemos los libros del doctor Sacha Barrio. Los libros son (y deben ser leídos por todo colegial peruano):


  • La nutrición inteligente
  • La gran revolución de la grasas
  • El secreto de los carbohidratos


Después de la lectura de esos lindos libros estoy seguro que los patriotas del futuro serán más conscientes, saludables, alegres y menos patriotas. Lo último puede parecer una propaganda a pedido. Pero no lo es en absoluto. En realidad es, y esto puede parecer cursi, un acto de puro amor. En lo personal, solo puedo decirles que mi única patria es el universo y, a nivel local, la selva. Si me acusan de pertenecer a patria roja (o rota) mejor les sugiero que me acusen de pertenecer a patria verde. No, señor. No consumo esa hoja. En realidad nací en la selva. Ese hermoso lugar es mi verdadera patria verde como también algunos libros y el compartir de una buena copa de vino en tertulias literarias con los amigos de siempre. No soy patriota de ninguna manera. No me veo con banderitas y fronteras y gritando un gol de la selección de fútbol. No soy cojudo. Una cosa es el deporte y otra, muy diferente, la estupidez colectiva. Bueno, espero que descolonicen su mente programada y reprogramada por los políticos y sacerdotes. La pandemia está sacando lo mejor de nosotros: la pendejada y la criollada. Otro día hablaré del siguiente fenómeno: el sadismo del hombre calato con abdominales bien trabajados. Por ahora solo  les daré una pista. Me ocurrió de niño al entrar en un templo (que no es el cuerpo, es decir, el verdadero templo):

- Papá, ¿qué hace ese hombre ensangrentado, casi calato y clavado en esa cruz?
          - Son costumbres de la gente sádica y enferma, hijito. 



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