La derecha puede ser la izquierda, y la izquierda puede ser la derecha. La derecha puede ser indistinguible de la izquierda, y la izquierda también puede ser indistinguible de la derecha. La izquierda es igual a la derecha y la derecha es igual a la izquierda. Estamos en un asunto tan sencillo como A=B y B=A. No exagero, de ningún modo, en mi afirmación. En fin, ahora, en estos tiempos modernos, la izquierda y la derecha son nada más que etiquetas, títulos apropiados y pomposos, discursos chabacanos y ruidosos. La historia contemporánea, con todas sus ironías, parecen apoyar mi hipótesis. Yo tengo un pollo que lo puedo llamar izquierda o derecha, o un perro que lo puedo denominar izquierda o derecha, el pollo sigue siendo pollo, el perro sigue siendo perro. No puede existir una dualidad en un mismo objeto sólo porque tienen diferentes etiquetas. Sí, la historia es irónica, hasta podemos decir que tiene algo de pendeja. El poder económico confiere un poder político, pero no a la inversa. Las ideologías políticas parecen ser, en mi opinión, un maquillaje en nuestro país. La naturaleza evidencia las dualidades falsas e insostenibles tarde o temprano. Bueno, estoy hablando de las derechas y las izquierdas que son caricaturas en nuestro país, tristes conjuntos de personas con un interés común: money. El discurso de ubicarse en una posición de derecha o izquierda es insostenible, en contranatura en estos tiempos, es el careta del poder. Pues sea gato negro o blanco, los problemas que se enfrentan son concretos. Estoy mareado. No distingo mi derecha de mi izquierda. Como un pez en el agua o en medio de la caca, no podemos escapar de la atmosfera política o sí. El asunto es por convención o por convicción, dos palabras muy diferentes, señores políticos que dan nausea. Chau.
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