viernes, 3 de febrero de 2023

FANATISMO Y ESCÁNDALO EN UNA LIBRERÍA DE MADRID

Pedro Favaron y su esposa Chonon Bensho

FANATISMO Y ESCÁNDALO EN UNA LIBRERÍA DE MADRID
(Por Pedro Favaron Peyón)


Desde que estalló el actual conflicto social en el Perú, sentí que, debido a mi trayectoria de vida y la naturaleza de mis estudios sobre los saberes ancestrales amerindios, tenía la responsabilidad ética de manifestarme y de deslindar con toda forma de violencia política. Lo he hecho abiertamente y sin temor, sabiendo que me exponía en un clima signado por el odio y la intolerancia, dando a conocer mis reflexiones y tratando de hacer un llamado a favor de la paz, a la necesidad de atemperar los discursos y de encontrar otras vías para canalizar las demandas. A partir de ello, así como he recibido muchas muestras de aprecio y cariño, también me han calificado de múltiples maneras: me han dicho desde “caviar” hasta fujimorista, y que tengo la misma solvencia intelectual de una tarotista; también me han llamado “chamán blanco” y terruqueador académico, intelectual new age y que hablo desde mis privilegios, que soy pro dictadura y hasta que parezco tayta cura. Hasta ahí, todo normal, cosas de una sociedad incapaz de lidiar con un pensamiento distinto. Además, como me dicen por ahí, soy “hombre blanco heterosexual y cristiano”: es decir, la supuesta nueva encarnación del mal y el “enemigo del pueblo” por antonomasia. Así que yo tranquilo, he respondido con sobriedad y educación. Pero poco a poco el asunto ha ido subiendo de tono, y ya me han llegado amenazas de denuncias internacionales (¿?) e incluso otras contra mi vida, prometiéndome que ha de caer sobre mí la justicia revolucionaria. ¡Parece que han vuelto a la vida los hijos del camarada Stalin!
Pero todo empeoró el día de ayer, 25 de enero, cuando junto a mi esposa, la artista shipibo-konibo Chonon Bensho, realizamos una presentación de nuestro trabajo artístico y académico en una conocida librería de Madrid. La presentación contó con la presencia, anunciada días previos, del embajador Óscar Maurtua. Aprovechando esta oportunidad, un grupo de mujeres peruanas se presentaron al evento y cuando el embajador iba a dar las palabras iniciales, empezaron los gritos y las rabiosas consignas políticas contra el actual gobierno peruano. Además de ello, trataron de manera peyorativa al embajador. Decían venir en nombre de los pueblos indígenas del Perú y que era una vergüenza que se organizara un evento con una mujer indígena (mi esposa) en esta coyuntura, ya que ella (mi esposa) era, según las manifestantes, una “persona explotada”. Y aseguraron que en el Perú “nos están matando por ser cholos, por ser marrones”. Cuando levanté mi voz de protesta y dije que eso era mentira, se me vinieron encima con ladridos y a poco estuvieron de pegarme. Yo quise explicar que no era verdad que el conflicto tuviera un tinte predominantemente racial, sino que era ante todo ideológico; y también que, desde mi punto de vista, las protestas no iban a favorecer a los pueblos indígenas. Pero, como pueden ver en el video que comparto y que se ha viralizado, no me dejaron hablar. Ahora, lo que las productoras de este video omitieron es cuando les dije que ellas supuestamente defendían a los pueblos indígenas, pero no les había importado asustar con sus gritos a mi esposa y a mi hija de tres años (ellas sí mujeres indígenas, que hablan shipibo-konibo y crecidas en la comunidad), y que habían tenido que salir de la librería, con frío invernal y miedo, en una ciudad que recién conocen.
Yo me pregunto, ¿si tanto les interesan los pueblos indígenas, porque no vinieron a escuchar los conocimientos de mi esposa? ¿Por qué no se sentaron con silencio interior y humildad para aprender de una mujer criada por una familia de médicos tradicionales y artistas? ¿Por qué no le preguntaron tranquilamente su opinión sobre la situación política y social del Perú, en vez de hablar por encima de ella? Cuando mi esposa finalmente se decidió a entrar nuevamente a la librería y a intervenir (cosa que tampoco muestran en el video), pidiéndoles dialogar con tranquilidad, que expongan sus ideas con serenidad y que la respetaran como mujer indígena, las beligerantes manifestantes la insultaron. Sí, de no creerlo: las que decían hablar en nombre de los pueblos indígenas insultaron a una reconocida artista shipibo-konibo sin tapujos, a una creadora que donde va muestra la belleza de su cultura y de sus herencias. Y mi esposa lloró. Lloró antes de hablar en la charla y lloró al volver a casa. Tuvo que hablar luego con mi madre, con sus hermanas y con sus hermanos, para tranquilizarse. Es la primera vez que ella viaja a Europa y así fue recibida, con violencia, con insultos, con racismo, pero no por los españoles, sino por mujeres feministas peruanas que dicen luchar a favor de los pueblos indígenas. Yo, la verdad, es que no he visto tanta violencia ideológica y tanto fanatismo desde las performances rituales y patriarcales desplegadas por las mujeres de Sendero en las cárceles ante la imagen del genocida Abimael Guzmán, hacia finales de la década de 1980. ¿Y así se quejan de que la gente las califique de terrucas? Terruquear esta mal, por supuesto, hasta que uno empieza a querer hacer política mediante la violencia y el terror.
Yo espero que, de manera enérgica, las asociaciones feministas y las organizaciones indígenas se manifiesten contra este acto de cobardía. ¿O es que solo se pronuncian cuando el agraviado comparte su ideología? Espero, así mismo, que mis amigos intelectuales, escritores y artistas, compartan en su muro esta denuncia y condenen sin tapujos este acto cobarde. ¿O tienen miedo? No importa que no estemos de acuerdo políticamente, ya que la diversidad es la belleza de la vida; lo que no se puede permitir es la violencia contra la reflexión académica y contra una mujer amerindia. Para acabar, solo quiero aclarar que escribo este mensaje con mi esposa al lado, estando ella de acuerdo con cada palabra vertida aquí; desde el principio de este conflicto, no he publicado nada sin habérselo hecho leer a ella y sin estar ambos de acuerdo. Así mismo decir, que, luego del incidente, el evento fue un éxito: pudimos abrir nuestro mundo hermoso (non metsa nete) en Madrid, y transmitimos nuestras palabras de amor y nuestros buenos pensamientos, nuestra invitación a la paz y a la sabiduría, gracias a las enseñanzas de los abuelos de Chonon, a los influjos de las plantas medicinales y a la luz del Espíritu. Nunca nos van a callar, nunca nos van a ver enajenados como ellos, nunca nos van a ver alimentando el odio, nunca nos van a ver infelices y resentidos. Nuestro corazón está con Dios y con la vida, hoy y siempre.
Madrid, 26 de enero 2023


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