No se puede olvidar los grandes acontecimientos de la infancia. Estos quedan para siempre como imágenes, sonidos, palabras, emociones y deslumbramientos. Es un regalo inolvidable que lo llevas hasta tus últimos días, como esa sensación que tiene un niño ante juguete nuevo, pero este juguete siempre es nuevo.
Nunca olvidaré a mi primera profesora, la mujer que me enseñó a leer y, más aún, cuando te enseño a leer con los cuentos de Francisco Izquierdo Ríos. Lo recuerdo como si fuera ayer, ella leyendo El Bagrecito, Gregorillo o Gavicho de nuestro material de lectura, el libro El canto de Paucar, mientras nosotros escuchabamos antentos, deslumbrados, en una aula iluminada y acojedora que era, de algún modo, nuestro segundo hogar. Qué maravilla y qué suerte la mía.
Mis hermanos allá en la selva peruana, Lamas, lo dirían así: Llaktaynipi profesorayni karkan Nilda Rengifo Saavedra(En mi pueblo mi primera profesora fue la señora Nilda Rengifo Saavedra).
Estoy convencido, después de todos estos años, que educar es un acto del corazón.
Mis hermanos allá en la selva peruana, Lamas, lo dirían así: Llaktaynipi profesorayni karkan Nilda Rengifo Saavedra(En mi pueblo mi primera profesora fue la señora Nilda Rengifo Saavedra).
Estoy convencido, después de todos estos años, que educar es un acto del corazón.
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