domingo, 1 de enero de 2017

AUTOBIOGRAFÍA DE UN GATO I

Todos los místicos  son extraños para los eruditos, 
por la simple razón que el místico no cree, 
el místico no piensa, 
el místico experimenta.

---Zarathustra, el profeta que ríe.
OSHO. 



Esto de la celebración del año nuevo me es totalmente indiferente. Los deseos de 'buen año' o cualquier otra variante me suena sumamente abstracto y falso. La gente, simplemente, lo desea por costumbre. No lo siente de verdad. Quizás porque no hay nada que sentir o desear. Las sociedades no pueden sentir. No hay una manifestación natural. Es sólo parte de un proceso repetitivo y colectivo. Una programación instaurada en el tiempo. Una especie de auto-engaño en masa. Si pudieran celebrar todos sus días sin expectativas. Simplemente celebrar por celebrar. Eso sería algo cualitativamente diferente y totalmente vivo. Y esa celebración parte del individuo y de su nivel de ser. La fragancia de esa singularidad y esa celebración no depende de la tradición sino de un estado de consciencia. Es un danza singular.

En realidad existen hoy en día pocas personas con verdaderos y buenos deseos hacia sus semejantes. Es extraño ver un ser que, en absoluto amor, tenga un verdadero y buen deseo hacia su semejante en cualquier momento del tiempo. Desear un buen deseo es hacer magia en favor del otro, transmitir buena energía, y eso no se puede hacer por costumbre social. En el fondo, en su verdadera psicología, muchos individuos desean todo lo contrario: malos deseos.

Las sociedades civilizadas han creado muchas costumbres artificiales y vacías. Si vas en contra de esas costumbres te odiaran y si lo aceptas te respetaran. Pero yo no busco respeto. Muchas de esas costumbres han trasmutado por intereses nada saludables para el crecimiento del hombre. No hay nada útil, honesto y autentico en esas costumbres.  La civilización, con sus costumbres artificiales, tienden al caos. Los miembros de estas sociedades civilizadas, cuando entren en caos, se comerán vivos. Ya ocurrió eso antes. 

Las 'personas humanas' con ojos profundos que permitan ver la transparencia de su ser sin necesidad de comunicarse son escasas. Esos ojos son un tesoro hoy en día. Será el gran equilibrio que necesitará la humanidad. 

Cuando llegan las fiestas de navidad o de  año nuevo, la mayoría sólo repiten frases aprendidas a lo largo de los años en su vida. No lo dicen con el corazón. La atmósfera se torna, entonces, muy falsa e incómoda. Y también puedes percibir su frustración o envidia.  

Imposible. Hay mucha expectativa en el futuro, demasiada. Hay, por un lado, una apariencia de cierta renovación. Y, por otro lado, una oportunidad para sus 'sueños'.  En el primer caso no es una renovación, simplemente es el juego que te propone el engranaje del sistema social en cierto tiempo acordado. En el segundo caso, la oportunidad no puede depender en absoluto de la tradición. 

El futuro nunca llega siguiendo una línea de tiempo disfrazado. Su futuro se convierte en un peso, en una meta, en un objetivo ilusorio.  El futuro no existe. Lo que existe es una oportunidad de ser, de vivir, de peligro, de alquimia, de misterio.

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