sábado, 20 de diciembre de 2014

NOTAS DEL DÍA


  1. No me gustaban los abrazos, pero ocurrió un milagro. Los niños, a la fuerza de los abrazos, me enseñaron que son necesarios y muy importantes. Ellos me enseñaron más que cualquier adulto profesional. Cuando entraba al aula de cuarto grado, y antes de iniciar mi clase, y ni bien aparecía en la puerta, las niñas y los niños venía corriendo a darme un abrazo que terminaba en una especie de invasión a mi ser de pequeños duendecitos. Esos pequeños me acorralaban por todos los flancos. Eran pequeños osos que se aferraban de mi cintura, mis brazos y de mis piernas. Yo me sentía atrapado, angustiado, incómodo y me resistía. Sin embargo, poco a poco, con el pasar de los meses, lo fuí aceptando, recibiendo toda su energía y todo su amor. Me sentía bien. Era una bonita manera de empezar el día. Ahora quiero recibir abrazos y quiero dar abrazos también. Se siente bien, muy bien. Esto fue lo mejor que me pudo haber pasado en este año que termina.
  2. Mis poemas. He vuelto a escribir, con más frecuencia, poemas. Muchos poemas. Hay una responsable: ese lindo corazón que dice no y no y no y no y no y no y no miles de veces. Pero mi corazón es loco, terco y siempre camina calato. Su alegría es mi alegría. Nada es casusalidad. Qué alegría encontrarte en mi camino y, al mismo tiempo, con dios tejiendo los hilos de mi destino. Dios tiene unas formas maravillosas y graciosas para comunicarse.  Oh, gran jugador.
  3. Día hermoso. Mamá mandó una canasta con frutas exóticas de la selva. Hay una gran razón para celebrar y danzar con tanto sabor a selva. El Sol también está radiante y tiene ganas de bailar.  Bailaremos.

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