lunes, 11 de enero de 2010

IN ARTI-CULO MORTIS


La pluma y la espada son dos armas efectivas y poderosas. Elegir la espada, por ahora, no sería conveniente ni, mucho menos, estrategicamente hablando, la solución óptima en estos tiempos modernos, en estos tiempos google. Queda, pues, hermanos mios, la pluma; la palabra y su poder.

La injusticia versus el poder de la palabra, la corrupción versus el poder de la palabra. Siempre, sin embargo, el poder de la palabra se elevaba ante todo, y siempre también su misterio, su signo sonoro, la llave que abre portales y mundos ignotos, imágenes diáfanas y puras, sonidos latentes y trémulos. Oh, hermanos, amar la palabra, amar su fuerza, su símbolo, su poder, su riqueza...

Escoger, queridos humanos, el poder de la palabra. Mostrar su mundo interior a través del poder de la palabra; expresarlo, desnudarlo, vivificarlo, quererlo, descifrarlo, canalizarlos. Amen. Amen. Amen. El que tenga oídos que escuche, escuchén también el sonido del silencio y la buena música en su iPod.

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Dejar a los poetas cadáveres preocuparse por si la coma, el punto y coma, o el un punto, van al final del verso. Dejar la ciudad y subir a la montaña. No recibir el vomito de estos cadáveres en sus recitales . Estos esqueletos que están más preocupados en la edición que en haber vivido.
Anuncio ahora, queridos hermanos, la muerte del poeta 'punto y coma'.
Bienvenido el nuevo poeta.

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Yo amo los árboles. Es la mejor poesía que he vivido. Dejar a los poetas decadentes vomitar sobre su pavimento gris urbano. Chaufa, chau!

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