domingo, 30 de noviembre de 2014

LECTURAS PARA POETAS INFIELES CON QUEMADURAS DE TERCER GRADO

La poesía, también, puede servir para conocerse. Puede ser un instrumento para iniciar un camino interior y, con suerte, tener un pequeño vislumbre. Puede contribuir, al menos, a una cierta preparación iniciática o simulación(que siempre será una tosca aproximación) del trabajo interior. La utilidad de la poesía está en su inutilidad para digerirlo. La poesía no pasa, ya sea en  su explicación o ya sea en su ultraje macabro por parte de la  crítica(lo peor que puede haber) o ya sea es su intento de comunicar a espíritus dormidos o zombis, por los instrumentos rudimentarios de las  palabras rebuscadas y discusiones bizantinas o voluminosas e inútiles escrituras. No me caguen con eso. La poesía está demasiado lejos de ser recepcionada a travéz de cualquier mecanismo democrático o uno de esos zombies abundantes: el hombre moderno. Imposible. Las grandes mayorias no son nada ante un solo individuo receptivo que es trapazado por el rayo laser de la poesía. Lo más cercano a un mecanismo de comunicación poética(y siempre imperfecto) sería, quizás, una completa anarquía individual de naturaleza suicidad o, simplemente, y sin ser contradictorio,  a elegir sólo el silencio. Los poetas, además, son (intra)extraterrestres: no son de este mundo. Aunque, a duras penas, son capaces de vivir en el mundo sin estar en el mundo. Soportan el mundo con un guerrero espartano que debe venir con el escudo o sobre el, no hay una tercera opción. Sí, mis queridos y escasos  drugos, la poesía tiene otra naturaleza: traspaza, es un laser poderoso, quema. La poesía en sí, entonces, no usa la digestión primitiva sino trabaja con luz, y la velocidad de la luz está años luz de la velocidad de la disgestión. Los verdaderos poetas, algunos, me entienden el asunto. Los zombies, y demás  variantes, imposible.  No jodan. Me voy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario