viernes, 28 de noviembre de 2014

LECTURAS DEL INSTANTE

Madrugada. Escribiendo en un estado, digamos, de aislamiento voluntario. Atrás quedó el viaje lleno de imágenes lunares, historias extrañas, ruidos mecánicos y gigantes de piedra. Tengo, no obstante, el recuerdo del Sol y su luz sagrada traspasando mi templo mientras contemplo el valle al medio día. Inrrumpe, en el escenario de mi espacio-tiempo personal, como una musa alada, la soledad. Lo acepto con la misma naturalidad de aceptar el viaje en este mundo y la misma naturalidad de servir mientras dure el viaje. La soledad acompañado del vino, es ideal para sumergirse en el silencio en este instante. El no haber noticias es una buena noticia. Las noticias, sean malas o buenas, son como las piedras que caen en un estanque produciendo ondas una tras otra, perturbando la calma, la quietud, el trabajo interior. Silencio. Sí, no me interesan las noticias. El mundo sigue dando vueltas y yo, pasajero consciente, vivo en el mundo sin estar en el mundo. El universo, además, nos contiene y nosostros contenemos al universo. Quedarse, entonces, sin hacer nada. Respirando y observando. Calladito nomás. La mejor acción, se dice, es la acción de no hacer nada. Respirar lentamente, buscar el tiempo de giro, buscar ese momento, buscarlo. Sigamos. El universo confabula de la siguiente manera: yo y el universo. Al universo, sin embargo, le importa un pedo mi destino. Yo lo entiendo. Me voy lejos. Años luz de mí.

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