jueves, 30 de julio de 2009

El OTRO DISCURSO


Hola. Bienvenidos al Perú. Welcome to Peru. Bienvenue au Perou. Willkommen nach Perú. Soy su anfitrión o algo parecido. Soy el que se sumerge en las páginas de la otra historia. Soy también el recordador. La comida es riquísima, sí. A mí, particularmente, me gusta mucho el cebiche(o el ceviche) y el shambar. Las mujeres son hermosas y trabajadoras, sí. Las chicas de la selección de vóley están recuperando su nivel de años gloriosos, sí. Los jugadores de la selección peruana de futbol no sirven para nada, sí. ¿Se puede utilizar a los futbolistas para llevarlos a palacio de gobierno para las fotitos y el coctel? Evidentemente, no. En el mes morado los vendedores de turrones hacen su agosto, sí. El presidente quizás quiera cargar el anda del señor de los milagros otra vez, no sé. Pero sería bueno para aumentar la popularidad presidencial, quizás. Pero no sería bueno, de ningún modo, que un candidato presidencial se declarase ateo o agnóstico; puede perder muchos votos y las probabilidades de llegar al sillón presidencial pueden verse drásticamente reducidas. Conviene, entonces, besar la mano del monseñor y declararse católico, sí. Pero el poseedor de esa mano y la institución que representa esta agonizando. No conviene quitar el utilísimo curso de educación religiosa, que no es otra cosa mas que catolicismo, de las escuelas y colegios nacionales. Dejar a los niños en paz. Dejar a los niños jugar. No hay lugar para las sotanas en las escuelas. Fuera. Go out! Está cerca el tiempo final. Muy cerca, detrás del horizonte. Tenemos muchos lugares turísticos a lo largo y ancho de nuestro país, sí. Aunque eso de nuestro país es relativo y no se puede aplicar a los lugares donde hay petróleo, gas natural o minerales (también hay Potosís en Perú). Es, por recordar algo de historia, el mismo asunto de los tiempos del guano o del caucho. Es que ha ocurrido, casi siempre, una explotación de los recursos naturales en función de las leyes de la oferta y la demanda, es decir, hacer frente a las necesidades de los países desarrollados. Sigamos. El humo de los anticuchos es un hechizo que provoca al paladar, sí. Pero el humo de las bombas lacrimógenas, señor ministro del interior, sí que son bien jodidos eh. Claro, no es tan jodido como el gas pimienta que a veces manda a usar cuando no le gusta las protestas que reclaman justicia por peruanos desaparecidos y olvidados. Hay más. Las cortinas de humo son, sin embargo, un verdadero hechizo para muchos peruanos que pueden llegar a creer que los cerdos vuelan o que las vírgenes lloran (por aquellos tiempos, mientras la virgen lloraba, Montesinos y Fujimori se cagaban de risa). Bueno, es posible creer que una chica llore en su primera vez y no tenga nada de milagroso, pero que una virgen llore ya es otro asunto que, también, no tiene nada que ver con algo milagroso o divino. Mentira. Todavía recuerdo las colas, que más era peregrinaciones de ociosos a full-time, por llegar a ver a la bendita imagen de virgen que llora. La marinera es el baile nacional, sí. Pero el baile del chino o Alan García bailando reggaetón en plena campaña electoral no son, por nada del mundo, buenas coreografías. La gente es chévere, sí. Pero los políticos son, casi todos excepto nadie, bichos mutantes que producen nausea si llegas a escucharlos o tratar de entender su lógica. Una cosa más. No los llamaremos, a partir de ahora y en adelante, políticos pues, estrictamente hablando, no los son. Usaremos, en cambio, la palabra politiqueros para denominarlos y a sus actividades, como parece ser natural, politiquerías. En el trascurso de esta historia iremos mencionando las politiquerías que, a menudo, llegan a ser actos criminales. Para muestra sólo un pequeño y doloroso botón. ¿Cuántos asesinos de la matanza de Putis caminan por las calles? ¿Qué costumbre es esa de fomentar el olvido y hablar tanto del progreso? ¿Por qué ignorar lo que no se puede, de ningún modo, ignorar señor presidente del Perú?

1 comentario:

  1. De hecho

    todos deberíamos llamarlos politiqueros

    así debería figurar en el diccionario

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