(Mechita corazón)
La forma más indigna de hacer daño a una causa
es defenderla intencionalmente con malos argumentos.
F. Nietzsche.
La Gaya Ciencia.
No suelo comprar periódicos ni mucho menos leerlos. Tengo autoestima. Las veces que he comprado un periódico en Trujillo sólo ha sido para buscar trabajo. Las veces que he leído algo más que sólo la sección de empleos ha sido para darme cuenta, una vez más, de la eterna decadencia. Los escribidores putos están proliferando y los escribidores-dinosaurios-estacionarios apestan igual que hace milenios. La sección cultural puede servir para un estudio psicológico de la idiotez. La sección sociales lo uso para recoger el popo de mi perro. La sección economía sólo evidencia que los supuestos economistas no tienen una formación matemática respetable. La sección política es un semillero de lameculos profesionales. La sección espectá-culos es pura caca.
Por suerte existen los buenos libros, los poetas anónimos, mis amigos borrachos, mis camaradas de los paraísos artificiales, mis amigas que no escriben poesía pero hacen poesía con su cuerpo, mis amigos lectores compulsivos, mi amiga que baila desnuda, mis amigas que adoran el vino, mis amigos que adoran a Li Po y mis mejores amigos: los escasos extraterrestres que aman la literatura (de verdad). Todos ellos son la resistencia y yo los amo mucho.
No recomiendo leer periódicos. No es saludable consumir caca. Los periódicos sufren de alzheimer convenido, son bichos mutantes, tienen bipolaridad, son los prostitutos con varios dueños y hacen orgías donde sudan las nalgas con el mejor postor los 365 días del año. A los periódicos les gusta producir toneladas de caca todos los días. Y a mucha gente le gusta consumir caca también todos los días. Entonces, escasos lectores, es fácil darse cuenta del buen negocio que es la caca.
¿Qué es eso de leer la opinión de un político? ¿Acaso uno sufre de diarrea mental para soportar tanto? Es como escuchar el argumento de un rector cuando quiere justificar la corrupción de su casa de estudios, es decir, cuando nos tira pura caca en la cara y por respeto a su investidura(o en-bestia-dura) se le tiene que agradecer por el pastel fecal de chocolate que nos acaba de invitar y por toda la explicación tan académica y convincente que se digno en ofrecer. No te creo pendejo. ¿Qué es eso de creer en las lágrimas de la primera ministra? A ella que le gusta el poder como caramelo y va de rama en rama como simia trepadora llevando sus argumentos anémicos y haciendo uso de memoria convenida. ¿Habrá llorado por otras matanzas allá, en la selva, donde no es Lima y a nadie le importa? No te creo pendeja
¿Democracia? No jodan pendejos.
Todo este show fecal, con el paso de los tiempos, se esta convirtiendo en parte del folclore nacional. Y también, el consumo de caca, parece ya formar parte de la gastronomía nacional. Habrá que cambiar las tuberías del desagüe por otras de mayor capacidad. Bon appétit?
Microrelato:
Y cuando despertó el dinosaurio,
las cámaras de televisión aún estaban ahí.
(¿Ya empezó la campaña política o es la nueva virgen que llora?)
(To be or not to be, that is the question...)
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