sábado, 6 de febrero de 2010

EL AMANTE IMPERFECTO




Después de tu fugaz visita, esta tarde, día de San Valentín, a mí desordenada habitación de estudiante universitario...y puto. Después del vino, las rosas, tus agudos gemidos, tu sudor viajero, la música clásica—Mozart y Paganini— y, de tus labios, tu ay qué rico, no lo saques, amorcito; he reflexionado fríamente sobre mi situación…eso creo. Lo estuve pensando, pensando mucho, después que te fuiste sin irte jamás. Pero esta noche, interminable, hablo solo como un perfecto idiota. Son testigos de mi monólogo desgarrado mis libros de filosofía, un póster de manchas fuertes en rojo y negro del Che Guevara pegado en la pared de mi habitación, tu perfume hechicero que nunca se fue y se quedó gravitando para torturarme y, sobre mi escritorio, una copa de vino tinto—ese licor que tanto te gusta beber después que hacemos el amor y que me recuerda los versos de Baudelaire que dicen: el vino hace mi ojo más claro y mi oído más fino.

Es cierto, soy tu amante. Tú lo sabes muy bien. Pero no sabes que estoy loco por ti y que te quiero como mierda. Quizás no sea un poeta para expresar lo que siento con las palabras adecuadas y sin ser tan cursi. Sin embargo, intento desnudar mi corazón—o mis demonios—a la luz de mi realidad insoportable. ¿Fue sexo, o eso llamado amor, lo que tuvimos tan rápidamente, esta tarde? Tu querido esposo, como tú lo llamas, te esperaba para cenar, ¿no? Me voy, amorcito, tengo una cena con mi querido esposo, eso escuché de tus labios con tanta ligereza. Yo, en cambio, ardía por dentro.

Esta noche, maldita sea, solamente pienso en ti. Recuerdo nuestros encuentros furtivos y cómo nos devorábamos a besos. Era un vampiro embriagado de tus tetas caóticas y un explorador de tu selva negra…y húmeda. Y todo eso bastaba hasta ahora. Hasta ahora que me siento diferente, extraviado, bien cagado. Sólo sé qué este día, 14 de febrero, los hostales son invadidos por amores ridículos, por victimas de la psicología social y también por amantes como nosotros. Pero yo estoy aquí, en mi habitación, hablando con el silencio como un imbécil.

No, no soy un amante perfecto como pensaba: soy un pobre diablo que sueña con musas y amores preteridos jamás olvidados, es decir, un romántico de mierda. Yo que me consideraba un amante perfecto, que formaba parte de triángulos—incluso cuadrados y pentágonos—amorosos y que no dudaba en seguir los pasos de Giacomo Casanova. Pero ahora, en cambio, estoy pasando una terrible crisis-pesadilla-infierno a causa de UNA SOLA MUJER: tú. Y, lo peor de todo, siento que es mi castigo por jugar con el fuego exquisito: MUJERES. He llegado, además, al extremo de pensar que me eres infiel. Qué locura, qué desesperación, ¿cómo una amante puede ser fiel al amante?, si, por definición, el amante ya está metido en ese asunto del adulterio. Soy, sin duda, un imbécil dos veces. Me estoy volviendo loco o, cosa peor, me estoy enamorado de ti. Cuánta razón tenía Tertuliano al escribir: Mujer, tú eres la puerta del infierno. Y por qué no hice caso, en su momento, a San Anselmo, obispo de Canterbury, que decía: No existe nada tan nocivo como la mujer; por ningún otro medio el diablo echa a perder tantos hombres que por la mujer.

Cada mujer era un maravilloso universo antes de conocerte. Un universo ignoto que yo exploraba con dulzura, con la ambición de conocer cada misterio de su piel y con el arte de hacer las cosas bien: satisfacerlas. Pero tú eres los primeros segundos del Big Bang: caos y fuego. Ahora estoy atrapado en tu explosión y no sé qué será de mí. Pensaba, también, que las mujeres eran como las olas: venían y se iban. Grave error. Tú, sin embargo, eres un tsunami jamás visto: vienes, lo jodes todo, y te vas como si nada hubiera pasado. 

Espero salir pronto de esta crisis más compleja que la crisis financiera mundial. Espero también que tú me entiendas—lo dudo—. Los asuntos del amor no se pueden entender con la arrogante razón; pero sí con la razón del corazón. No hay lógica en esto. Vaya, ya me estoy convirtiendo en el doctor corazón, hablando una y otra tontería.

No puedo decir muchas cosas cuando estoy a tu lado; enmudezco. Sólo quiero besarte, abrazarte, cumplir mi función de amante. Y, además, el tiempo corre como una flecha cuando estamos juntos y, cuando ya no estás, te extraño…te extraño mucho, muchísimo.

A menudo te siento fría. No lo tomes a mal. Eres fría en tu corazón; sin embargo, tu piel es cálida como la superficie de una piedra bajo el sol. Sólo tiramos y eso es todo, ¿no? Sólo me das tu cuerpo, nunca tu corazón. También odio que me cuentes de tus amantes pasados y me compares con ellos. Yo me hago el loco y me calló como si no me importará, pues debo ser tu amante perfecto y saber compartir tus labios. Pero sufro…sufro mucho.

Escribí algo esta mañana. Quizás sea una catarsis inútil, un escape en forma de palabras de toda mi agonía febril o, simplemente, sólo palabras o, en último caso, huevadas mías; pero, de ningún modo, poesía:

Ya no soy el mismo. Ahora mi corazón palpita apresurado al oír tu voz y me estremezco cuando tu piel se une a la mía. Y en el recuerdo de los días de ballet y rosas y besos y vino y poesía y música, queda tu nombre: Miluska.

Quería entregarte, esta tarde, lo que escribí. Pero desistí una vez más. Sólo sé qué llegaste y, de pronto, empezamos la danza de los cuerpos desnudos otra vez. Eso fue todo. Una visita fugaz y dinámica. Una sesión de movimientos estrambóticos. Una gimnasia apresurada y sin ritmo. Mecánica de cuerpos y fluidos. Transferencia rápida de calor y la Segunda Ley de la Termodinámica. Física y química aplicada. Ecuación de difusión en tres dimensiones y al rojo vivo. Disipación de la energía y dinámica caótica. 

Te fuiste. Ya no estás y estás a la vez. Sólo un tierno beso me bastaría ahora, pero tus besos se van contigo y sólo queda tu mirada clavada en mis ojos como tus frías despedidas que me recuerdan al jodido invierno; plúmbeo, gris, lánguido, desvaído, panza de burro; de esta ciudad de mierda. Y me das, cuando ya te vas, eso que tú llamas una propinita—cien soles que, lo admito, me sirve para comprar ciertos libros, ahora con lo caro que están—y me dices con cierta ironía: hasta pronto, amorcito. Sí, soy tu puto enamorado, un-puto-de-mierda-que-se-calla.

Pensé tratar esto, digamos, con el entendimiento, con la razón. Tratar de ser, al menos, una aproximación tosca de un romántico racional (¿…?). Soy honesto, no lo estoy logrando. Toda esta situación me produce CAOS. Me duele todo esto. Duele amarte en secreto.

Al final del amor como tal, y de lo que yo considero maravilloso, tú me haces sentir mal, diciendo mucho sin decir nada. Pero yo me resisto a creer tus palabras—como por ejemplo: estuvo rico hoy, amorcito— y prefiero, tercamente, soñar que nos amamos y recordar tus mordiscos hirientes, tus uñas afiladas surcando mi piel, tus orgasmos con gritos, tus pies blancos y hermosos, la cera caliente que derramas sobre mi pecho como si fuera el crisol donde se mezclan el dolor y el placer—una exquisitez y cortesía de tu parte—, el humo de cigarro que sale de tu boca de femme fatale y, oh dios, esa pequeña y exquisita dosis de sadomasoquismo: tú atada a mi cama y vestida de enfermera—aunque tu profesión es administradora de empresas—mientras hago lo que tengo que hacer: castigarte dul-ce-men-te, ser tu eros tirano. Hasta ahora, no te digo nada de todo esto. He aceptado todos tus juegos y disposiciones, fantasías y locuras, el dolor placentero y placer doloroso, el nervio torturado y mi piel encerada. Todo. Me he vuelto un huevón que se calla; pues debo ser tu amante perfecto, ¿no? Además, debo admitirlo, también disfruto sometiéndote, amarrándote y vendándote los ojos. Hacer todas esas cosas que te encanta hacer. Pero yo no sabía, hasta que te conocí, que albergaba demonios desconocidos en mi ser, demonios que los descubrí contigo desde que conocí tu infierno-paraíso. Sin duda, no me conocía del todo. Sí, tal vez sea causa de tus jueguitos eróticos; pero he descubierto exquisitos placeres en ti… me gusta.

¿Qué amo cuando te amo? No te pediré que hagas algo por mí. Es inútil. Sé qué no lo harás. Seré paciente. Lo prometo. Será difícil dejar de volar en tu cálido vientre y dejar de saborear tus labios si te digo que te amo. Amo tus misterios y tus volcanes, amo tu sonrisa y tu locura. Todo es lindo y rico cuando estamos juntos, todo. La verdad, para tu misteriosa edad, estás muy pero muy buena. Estas en el punto preciso. Y nuestro amor es cosa de dos—mentira, es cosa de tres—y ese secreto que tienes conmigo nadie lo sabrá…, como dice la canción. Todo quedará así: yo, Marcos, tu amante; y tú, la señora de García. Te tengo y no te tengo, ese es el dilema. Pero ahora, dudo que te diga todo esto, sobre todo que te amo. Me callaré una vez más para no perderte y seré feliz contigo…mientras no te ame.

Esta noche estás con él en sus brazos, sobándote en su cuerpo, tirando. A mí, en cambio, la rabia y los celos me desgarran por dentro. Pero mañana será otro día y estaré de nuevo contigo. Pues él, tu esposo, viajará a trabajar en Antamina y te dejará sola por quince días: mis días contigo. Y yo…yo seguiré siendo tu amante, tu amante imperfecto.

(CUENTO DEL LIBRO JIM FUK YU/borradores/TRUJILLO/2005)

Foto 1. Hierro 3(Bin-jip)-Corea d Sur, 2004, película de Kim Ki Duk.
Foto 2. No sean chismosos pe.

4 comentarios:

  1. wooo aprovecha esos 15 dias...

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  2. Bueno. Es mi costumbre dejar al lector que saque sus propias conclusiones. Yo no puedo afirmar o negar nada. Si el lector lo considera un cuento, una autobiografía, un adefesio, un monólogo desgarrado o cualquier otra cosa, yo respeto lo que se les ocurra.Chau, ocioso lector.

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  3. Cuento, relato basado en realidad, poema extenso y sin prosa.. sea lo que sea, es fascinante, amigo, y tal vez, colega escritor. Debo decir que me ha encantado en demasía tu historia. Posee un lenguaje que atrapa hasta la última palabra, para desbordarse y sentir una extraña ráfaga de viento interno que golpea apenas leo "Tu amante imperfecto". Muchas felicitaciones! Sigue así, y espero que si gustas, pases por mi blog, que he comenzado hace poco, pero no con gran constancia. Saludos literarios, colega!

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