viernes, 12 de marzo de 2010

ORACIÓN




Oh mi querido señor de la otra esfera.


Protege a tu iniciador de los serruchos y maquiavélicos de la nada.


Protege a tu soñador de los demonios del mundo terrenal,


demonios de sangre y hueso,


profesionales y las máquinas humanas.


No dejes señor que la matrix me atrape en su mundo.


Dame señor las fuerzas para seguir siendo lo que soy:


una fresca lechuga,


un lector compulsivo de poesía


y buscador de la verdad.


Oh señor, no olvides que pronto, y otra vez, estaré siguiendo el ritual en la otra esfera,


no olvides que soy tu iniciado y principiante viajero del mundo azul.


Protege también, señor, a mis buenos amigos


y dale las fuerzas para seguir su camino.


Dejar que las palabras necias y venenosas de los enemigos


se pierdan en el pozo oscuro.


Dame mi querido señor el silencio de siempre


y déjame la mirada serena como un lago claro y manso.


Oh mi querido señor, ya estaremos viajando


y ayudando a los que los que necesitan ayuda


junto a tus ángeles de vuelos azules.


Dejame señor escuchar tus ikarus.


Deja que la onda viaje.


Amado y grande es nuestro Dios.


Amen.

2 comentarios:

  1. Qué ese mismo dios (aquel q nos ofrece diariamente, con insuperable arrogancia, con estúpida divinidad) las pastillas rojas y azules, pueda regalarnos cada día la dicha de ser vesánicos. Que con sus poderes celestiales nos haga dignos del séptimo círculo infernal (allá con Bruto, Judas y todos los traidores de la historia). Que este mismo dios (nuestro reflejo en el espejo, al otro lado, en la otra cercana dimensión) permita liberarnos desde el sofá, desde el preservativo usado, desde los cigarrillos muertos, junto al libro que ha perdido forma.
    En fin, que la divina misericordia de este ridículamente hombre/dios nos dé la gracia para resistir.

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  2. (A veces la gente no sabe qué escribir y llenan horas de horas de sus patéticas EMO-rroidales existencias malogrando lo que encuentren a su paso).

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    Qué genialidad !! Volviste a la poesía? Lo sentí así. Ahora sí, en verdad, tengo que contarte algunas cosas Sophus Lee.

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