viernes, 26 de marzo de 2010

MICRO-RELATO



De lunes a viernes tomo(o chapo, como dicen algunos) mi micro para ir al trabajo. Es toda una aventura tomar el micro. El micro(bus) también es todo un universo de (micro)historias. Lo más frecuente es enumerar con los dedos de las manos(y de los pies) las numerosas infracciones de tránsito que cometen estos microbios. Hay, en realidad, de todo. Pero en honor a la verdad, las infracciones también lo cometen los peatones, entonces, en ese sentido, hay que hablar del problema de tránsito-peatón. Confieso que, y quizás me den la razón algunos chapadores de microbios, me ha llegado a caer bien espeso el cobrador. No sé porqué todos los cobradores tiene la voz chillona, te dicen siempre que al 'fondo hay sitio'(cuando no lo hay) y casi siempre son harapientos y mugrosos. También hay muchos personajes microbianos, van desde la chica bonita, el que huele mal y la tía gorda. La chica bonita como que hace más agradable tu viaje, el que huele mal como que quieres ya llegar a tu destino y la tía gorda, personalmente, es la que más me jode. Un ser de tales dimensiones, con sus senos colosales y más que potona es, la verdad, un reto a la mecánica de fricción. Uno se siente presionado por todos los ángulos, tanto así que, creo, he descubierto, digamos, cierta 'obesofobia'. La verdad es que, no sé porqué, estoy desarrollando cierta repulsión a las personas gordas. Tanto así que se me ocurrió la idea que debe existir un transporte especial para personas gordas y, además, estos seres deben pagar por el peso extra que transportan, es decir, antes de subir a un micro deben ser pesadas, registradas y catalogadas y, después, por una cuestión de justicia, ellos deben pagar por los kilos de grasa de más. Les recomiendo comer mucha fruta, tomar bastante agua y practicar deporte. 

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