domingo, 14 de abril de 2019

NOTAS URBANAS TRUXINESSES: LOS ROBOTS BIOLÓGICOS ENTRE NOSOTROS.




Ayer, por la tarde, salí a recoger una encomienda que se encontraba a una distancia lejana de mi domicilio. Tuve que cruzar la ciudad usando el transporte público y luego caminar de vuelta porque quería caminar. 


El aire de la ciudad de Trujillo está muy contaminado. Se protesta por todo pero no por algo vital. Se protestó, hace unos meses,  por una sanción de la FIFA a Paolo Guerrero mientras cerros de montaña de basura se acumulaba en las calles de Trujillo por una problema en la administración municipal y, además, una alerta epidemiológica llamada Guillain-Barré amenazaba la ciudad. Yo no sé qué esta pasando en la ciudad. No lo sé.  Se protesta, pues, por futilidades. No se quiere ver, sin embargo, lo vital. Yo no sé. Se unen también cuando hay mitines políticos y las masas tienen que escuchar (sin escuchar) las idioteces de los candidatos presidenciales. Las masas, ese asunto burdo y sólido. Ese show de los políticos ya forma parte del folclore nacional. Hay estupideces tan grandes en la vida...yo no sé. 


Hay demasiada dosis de azufre en el combustible de los automóviles y hay también demasiados autos. Esta ciudad es pequeña y tiene muchos autos. En realidad la proporción de autos es muy exagerado. La contaminación acústica  sumado a la mala educación(o carencia de consciencia) de los conductores  produce sólo una cosa: un concierto desagradable de nunca acabar. Y esto no es mi opinión deducida por una observación casual. Las ventas de autos nuevos han sido muy buenas para las empresas estos últimos años.  ¿Será cierta bonanza económica? ¿Una necesita urgente? ¿Un deseo personal? ¿Un sueño cumplido después de años? ¿Causar envidia al vecino? ¿Exhibición? ¿El capricho del hijito de papá? No sé. Pero el aire ya no es aire. Tiene más ingredientes sulfurosos. Mi olfato agudo percibe esos detalles en la atmósfera de la ciudad. Una ciudad que ya no tan primaveral y tampoco ya no tan cultural. Todo cambia y no necesariamente para bien. Pero eso no es todo. En ocasiones, cuando se queman los cañaverales cerca a la ciudad, todo se sumerge en una niebla(que no es niebla) más una lluvia de ceniza. Todo eso es el resultado de mucha pendejada-piromana-industrial. Ni que hablar de la acumulación de basura en la ciudad, ya sea por una huelga de los trabajadores de limpieza municipal o porque los ciudadanos simplemente quieren limpiar sus casas y dejar la basura en la esquina de la calle y asunto resuelto. Los ciudadanos ya se han acostumbrado a esa contaminación y lo han aceptado, parece, como algo natural, casi parte de la tradición trujillana. Lamentable. 



Ayer sábado caminé por la calle Francisco Pizarro en el Centro Histórico de Trujillo rumbo a la Plaza de Armas. Supongo que si cambiamos el nombre de la calle por Adolfo Hitler o George Bush, o cualquier psicópata, los ciudadanos no notaran ninguna diferencia. Se han acostumbrado a cierta atmósfera y a la decadencia de los tiempos. Todo es posible cuando olvidamos la historia para luego cometer los mismos errores. Las masas empiezan a crecer y a bailar al compás de la  flauta de algún enfermo mental. El origen siempre es individual y la estupidez colectiva. Los hinchas de fútbol son un ejemplo. Hay toda una psicología ahí que comienza desde el nacimiento: cuando el padre, en sus idiotez, decide que su hijo o hija será hincha de tal o cual equipo de fútbol. Ahí empieza una de las mayores estupideces que un padre puede hacer, después de elegir su religión y en otros casos extremos hasta su opción política. En Trujillo muchos son apristas por herencia familiar y también por conveniencia laboral. Pero sigamos con los psicópatas. Los alemanes en el pasado(la mayoría de ellos) los hicieron con la flauta de Hitler. Los peruanos con la flauta de Alan García, Fujimori, el cholo sagrado o el nacionalista que era un cordero cosito. En Israel lo siguen haciendo con la flauta de Bibi y en U.S. no hace falta que los psicópatas en el poder toquen mucho su flauta para manipular: tienen la ventaja de la abundancia de robots biológicos por metro cuadrado. Civilización lo llaman.


(Dios también baila y canta)


Camino por la calle Francisco Pizarro. Una calle en honor a un asesino. Pero no importa. Sigo caminando. Miro a las personas que caminan. No sé si están vivos o muertos. Todas las personas, excepto dos(un maniquí y  un mendigo), caminan mientras miran las pantallas de sus celulares. ¡Esas malditas pantallas están por todas partes! Todos esos robots miran sus pantallas y caminan automáticamente. Son autónomas urbanos. Su columna vertebral no está recta. Caminan jorobados como ese personaje del Señor de los Anillos que deseaba mucho su anillo(en este caso su celular). No puedo ver sus rostros. No puede ver sus ojos. No puedo ver ninguna expresión. Ninguna sonrisa. No puedo percibir algo de su interior. Hay muchas vibraciones bloqueando todo, jodiendo, interfiriendo.


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