Ser humano, quizás ya te has dado cuenta, de alguna manera que sólo tú puedes percibir, que viniste al mundo para aprender.
El mundo es tu gran escuela.
Puedes estar también en el mundo sin estarlo: viajar al mundo interior.
Hay mundos por cada ojo.
Puedes hacer del mundo un paraíso o un infierno. Es tu elección. Sin embargo, ese hacer sólo es tu mirar, tu mirar de mente. Es decir, tu ceguera individual, tu propia oscuridad.
La recepción de estas palabras dependerá de tu nivel de ser.
Tienes un tiempo fijo y determinado aunque no lo sepas pero lo sabes en realidad.
Sólo ocurre que lo has ocultado con muchos ropajes y adquisiciones gratuitas que te ha dado la mecanicidad y el contexto de tu vida, es decir, un cantidad inútil de equipaje para el viaje.
Pero ese desconocimiento mortal, en verdad te digo, no tiene importancia. Pertenece al reino del miedo, es decir, a la ausencia de la vida.
Es parte del misterio de la vida esa ignorancia y es bueno, en un principio, que así sea.
La muerte sabrá cuando actuar y renovar la vida.
Mientras tanto, humano, aprende.
Y todas estas palabras no sirven de nada.
La NADA no necesita de palabras.
El mensaje, en último caso, es un puente.
No te puedes aferrar y quedarte en el puente.
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