(Autor: no importa)
¿Qué vamos a escribir hoy? No sé. Pensaba escribir algo sobre el TAO. Pero hacer eso es una tontería. Es como ser estudiante de ciencias políticas en la PUCP, miembro del partido comunista del Perú, influencer, articulista del El Comercio y, al mismo tiempo, integrante del opus dei y un masón cachimbo buscando un ascenso. Es decir, una forma de perder la vida y la verdadera diversion y también la gran fiesta cósmica. Lo último parece una Sopa de Wuhan. Pero ya saben. Quizás sea esa cosa del hombre de mente oxidental buscando destacar en este mundo, dizque, tan competitivo. Quieren ser esto y aquello, identificarse con esto y aquello, ampliar el límite exterior y evitar sumergirse. Este hombre vació quiere engañar al universo. Muchacho. Pendejo. No sé. Escribo esto mientras escucho La leyenda del Hada y el Mago de Rata blanca. No hay nada, desde luego, de causa-efecto. Son puras pendejadas. Tampoco hay una sincronización. Creo que la sincronización es más común de lo que se cree. El asunto es que somos ciegos. Pero qué escribiré hoy. Justo en este preciso momento que escribo no sé qué escribir. Es un aquí y un ahora con pluma de por medio y algoritmos aún desconocidos. Un respiro de cunnilingus. Un nonsense. Pensé escribir algo sobre la guerra como una materialización de la dualidad de la mente y de los más grandes logros de la estupidez humana. Ergo, toda civilización es una decadencia. También pensé hacer un breve comentario sobre un escrito de Byung-Chul Han. Pero luego cambie de idea. Pensé no hacer nada sin hacer nada pero aún hacer nada puede ser hacer algo. Pero no me hago problemas. Me observo. Hago bromas a nadie y resulto ser yo el bromeado. Recuerdo algunos chistes judíos o la imagen del buey de Lao Tze viene a mi mente. También el sueño de la mariposa de Chuang Tzu. No son libros. Son hechos. También recuerdo a Jesucristo entrando en burro a ese pueblo. Estos bromistas son muy divertidos y ustedes con su jodida seriedad. Hay que aprender a reír profundamente. Entonces entro en carcajadas. Mi religión es el chiste cósmico misterioso. Nadie sabe de ese chiste pues es misterioso. No fue tan difícil deducir lo último. Y el que sabe no sabe. Por eso ríe. Y mira la muerte de frente, lo integra y vive. La idea de morir es saludable y vital. No se vayen a matar. No sean idiotas. Ocurre que pinto. Miro los colores sin mirar. Viajo. Entro por unos recodos y piso la hojarasca crepitante. Miro al cielo y me sumerjo también con las raíces. Ocurre que hay poesía y vino también. El problema es la identificación. Me he vuelto un bromista. No voy ha construir templos. Ya tenemos un templo hermoso: el cuerpo. Voy a construir circos. No vamos ha necesitar sacerdotes. Necesitaremos payasos. Payasos de todo el mundo, uníos. El nuevo evangelio es el chiste. ¿Qué vamos a escribir hoy? Qué se puede escribir del ahora sino es una sonrisa.
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