Lo pesado es la raíz de lo liviano; la quietud, señora de la precipitación. De ahí que el caballero viaje el día entero, sin alejarse del furgón. Aún protegido por su guardia y en un seguro lugar si separarse de su pesado equipaje, siempre se tendrá vigilante. ¿Cómo puede un soberano de miles de carros de guerra, juzgar a su propia persona más liviana que el mundo entero? Por causa de esa liviandad se pierde el origen, por culpa de la precipitación se pierde el señorío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario