Uno nace, le escogen un nombre y empieza a conocer el mundo. Forma parte de una cultura que, si tiene mala suerte, puede programar tu cerebro y producir una nueva Shakira o, en lo peor de los casos, un nuevo Cipriani, es decir, espectros andantes y superficiales. Bueno, uno debe cuidar su entorno y digerir algo de esas cultura, digamos, examinarlo todo y rescatar lo bueno. No espero nada, sólo espero el fin del mundo, es decir, el fin de la iglesia. La verdad nos hará libres y fuertes. No espero un superhombre, sino un introhombre, uno que viaje hacia dentro, hacia esa zona desconocidad aún.
No me preocupan los analfabetos, ellos tienen esperanza. Los que me dan pena son los analfabetos funcionales, aquellos que sabiendo leer no leen. Yo he aprendido mucho de personas analfabetas, he aprendido a no contaminarme y a escuchar las palabras del silencio.
Me voy.
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