sábado, 16 de enero de 2010

OBSERVACIONES


UNO. Ahora parece que es cursi decir: salvemos el planeta. Ya no es cursi, sin embargo, las lágrimas de una quinceañera que llora por su promo y que promete que nunca se separarán pase lo que pase. Mentira. La post-quinceañera entra a la universidad, consigue su primer Ricardo Monta-ner y luego llorará de placer y a la mierda la promo de tal nombre y del colegio como todos los colegios: monses. Y las muy conchuda todavía jura que serán amigas por siempre.


DOS. Entras a una librería, todo es tan fascinante y encantador(me refiero a los libros), hasta que llega un trabajador y te dice, presumiendo ser un lector voraz, la siguiente sentencia, o trágica y dolorosa comedia: señor, puedo servirle, busca algo de Isabel Allende o Paulo Cohelo, tenemos casi todas sus obras. Los trabajadores de esas librerías parecen más perdidos que Tupac Amaru II en la guerra de las Galaxias. Tengo que ir a vomitar.


TRES. Mi opinión sobre los premios nobeles de literatura es que, en un principio, no tienen nada que ver con literatura, sino con la etiqueta que se pone en los libros más vendidos que llevan la siguiente configuración: Autor-Título-Premino Nobel. Eso es suficiente. Y, además, esos premios, hacen perder el tiempo a todos los críticos-ociosos del mundo entero.


CUATRO. La verdad es que ya estoy hasta los huevos con esa música cumbia.


CINCO. Los poetas, esos que aparecen de la noche a la mañana, me parecen zombis que abren la boca para tratar de tentar al universo. Lo que no se dan cuenta es que ni siquiera pueden tentar a la vecina de la esquina. Y cuando deben hacer el amor, se ponen a escribir versos. Eligen la tinta al semen; esos ya no me parecen poetas, sino cojudos.
SEIS. Necesito una nueva biblioteca. Cada vez que quiero comprar una nueva biblioteca terminó comprando un nuevo libro, y digo para mis adentros: para la próxima será. La verdad es que mis libros ya no se contienen y el piso les ha dado cobijo.


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