Mañana domingo, por la tarde, estarás conmigo. También estará tu sonrisa, tus palabras, tus ojos, tus senos y tu boca, oh, tu boca, tu boca roja. Yo te diré: hola preciosa.
Mañana bailaremos la marinera a mi manera. Nos olvidaremos de la ciudad y su bulla. Mañana bailaremos marinera con nuestra piel. Te cogeré de la cintura, mis manos se deslizaran por la curvatura de tu cuerpo y mi boca buscará tu boca. Tomaré tus piernas a mi manera y lo haré también a mi manera. Miles de besos y miles de caricias.
Mañana bailaremos marinera entre sábanas blancas y mis libros vagabundos. Mañana nos amaremos como locos pajáritos volando en el cielo. Mañana será de mis besos todo tus besos. Mañana bailaremos muy pegaditos, no habrá vueltas que vienen y van, sino será con ondas que vienen y estallan.
Me gustaba su tímida marinera
de humildes aderezos al dar vueltas,
y cómo su pañuelo trazaba puntos,
tildes, a la melografía de su bailar de juncia.
(Trilce XXXVII-César Vallejo)
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